Durante todo el siglo XX ha sido recurrente la preocupación e investigación de los arquitectos sobre vivienda mínima, esto es, conseguir albergar una vivienda completa y funcional en el menor espacio posible, para intentar así solucionar los graves problemas de vivienda, a veces por sobredensificación, a veces por coste económico, que las sociedades han experimentado en diferentes momentos.
Además de estudiar ergonómica y funcionalmente las dimensiones mínimas de los diferentes elementos y espacios de uso, otra de las estrategias estudiadas es la convertibilidad del espacio, es decir, sacar ventaja recurriendo a elementos móviles y escamoteables que permitan transformar un mismo espacio para desarrollar diferentes usos y actividades variables a lo largo del día. Un ejemplo muy sencillo e inmediato: una cama ocupa mucha superficie (unos 3 m2), ¿por qué ocupar permanentemente ese espacio si la cama sólo la vamos a usar en determinados momentos? (normalmente 8 ó 9 horas al día, por la noche); la solución no es nueva, ocultar la cama.
El arquitecto hongkonés Gary Chang ha remodelado por enésima vez el pequeño apartamento de 32 m2 que tenían sus padres en un hacinado bloque de viviendas de Hong Kong. Ha dedicado mucho tiempo a investigar sobre las múltiples posibilidades para conseguir la mayor eficiencia y optimización del espacio. Ha exprimido al máximo la convertibilidad del apartamento. El resultado es totalmente ejemplificador. Hay 24 configuraciones diferentes para el espacio interior del "pisito". Eso sí, se trata de una solución de alta tecnología ("las estanterías" se desplazan sobre ruedas suspendidas de rodamientos y se mueven con suavidad casi sin esfuerzo; me recuerda a como se mueven las estanterías de un archivo) y no ha escamitado en gastos en este artículo del New York Times podeis comprobar que la reforma ha costado 218.000 dólares USA. Se ha cuidado la calidad hasta el último detalle; es una vivienda mínima de lujo.
Sobre ciertas cuestiones estéticas es mejor no opinar (pues entramos en terreno subjetivo), el vidrio de la triple doble ventana, por deseo expreso del arquitecto, está tintado en amarillo para que la luz que entra a través de ella tenga la cualidad de la luz del sol intenso. Luis Barragán ya había recurrido hace unos cuantos años a hacer lo mismo en el pasillo de la casa Gilardi (1976), cuando el sol del atardecer inundaba de oro el blanco pasillo que conducía al comedor. No me parece exactamente la misma situación.
Lo mejor es que veais este vídeo en el que el propio arquitecto muestra su casa y se ve en movimiento "la convertibilidad" del apartamento.
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