lunes, 27 de diciembre de 2010

Pabellón de España en Bruselas, Corrales y Molezún

José Antonio Corrales nació en Madrid en 1921, Ramón Vázquez Molezún nació en La Coruña en 1922; ambos estudiaron Arquitectura en la Escuela de Madrid, allí se conocieron. En 1948, José Antonio, recién terminada la carrera, obtiene el Premio Nacional de Arquitectura, en 1954 lo obtendría su amigo Ramón (junto con Francisco Javier Sáenz de Oíza). Desde 1952 han trabajado juntos en su estudio Corrales y Molezún, si bien de vez en cuando cada uno realizaba algún que otro proyecto de manera individual. En 1992 obtienen la Medalla de Oro de la Arquitectura. A finales de 1993 Don Ramón fallece prematuramente por enfermedad. En 2001 José Antonio Corrales vuelve a obtener el Premio Nacional de Arquitectura. Don José Antonio murió en julio de 2010.


En 1956 ganaron el concurso para construir el Pabellón de España en la Exposición Universal de Bruselas de 1958. Probablemente su obra más significativa y relevante a nivel internacional, sorprendente y original destello de modernidad en la España de mediados de siglo, aclamado y reconocido como uno de los mejores ejemplos de arquitectura expositiva del siglo XX.




La parcela en la que debería asentarse el pabellón se encontraba en una colina, haciendo esquina con la Avenida de Europa y la Avenida de Trembles, era de forma irregular y tenía un importante desnivel (que llegaba en algunos puntos a los 7 m), en la misma había varios árboles muy frondosos que debían conservarse y no se podía ocupar más del 70% de la misma. El pabellón tenía que estar diseñado para poder reconstruirse en España al finalizar la exposición universal, por lo que los arquitectos optaron por un sistema constructivo prefabricado, de pocos elementos, que se pudiera construir con rapidez y desmontar sin dificultad. La construcción comenzó a principios de 1957 (se encargó la empresa constructora belga E. Latoir), y aunque se alargó algo más de lo previsto, a principios de 1958 se realizó la instalación interior. Para aquellos a los que les gusten las anécdotas: para la construcción del pabellón Corrales y Molezún viajaron desde Madrid a Bruselas en el Citroën 2 CV que Jose Antonio se acababa de comprar de segunda mano (que años después acabaría en manos de Rafael Moneo).




El contorno del pabellón era una línea quebrada en respuesta a las singularidades de la parcela. El cerramiento mayoritario era vidrio montado en bastidores de aluminio anodizado, en color natural, de 3 x 1 m (perfil belga tipo Chamebel), y algunas partes eran muro de ladrillo cerámico cara vista; se conseguía así una marcada dualidad entre partes transparentes y opacas. El suelo del pabellón era una solera de hormigón pavimentada con baldosas cerámicas hexagonales. En planta los árboles estrangulaban el pabellón en el centro, donde se situaba la entrada, que solo tenía 3 m de altura porque sus ramas pasaban por encima de la misma. La altura del pabellón era variable, pero la más habitual era de 5 ó 6 m. El interior se organizó en dos alas ("España en sí misma" y "Proyección de España en el Mundo"), con el restaurante, la terraza y el acceso en el centro. Una parte del pabellón tenía un semisótano ocupado por los aseos, camerinos y almacenes.




Corrales y Molezún propusieron un sistema modular en el que el elemento básico es un "paraguas" hexagonal, de 6 m de diámetro y 6 m de alto (3 m de lado), ligero, repetible y autónomo, que permitiera una gran elasticidad en planta, con una esbelta columna central de acero galvanizado, apoyada sobre una arqueta-cimiento de hormigón, que sustentaba una cubierta de paneles de fibras de madera y cemento (tipo Durisol). Para adaptarse a la pendiente de la parcela se realizaron banqueos de 1 m de alto, que además de variar la cota del suelo del pabellón permitían abrir lucernarios. 



La columna central era tubular, tenía un diámetro exterior de 133 mm, un espesor de pared de 12 mm y permitía desaguar a través de ella el agua de lluvia recogida en cubierta. En la base del tubo una placa triangular de acero, reforzada con cartelas, anclaba la columna con tres redondos de extremo roscado y tuerca y contratuerca a la cimentación (permitiendo también la nivelación), en lo alto de ella se reforzaba el tubo con seis cartelas soldadas al mismo, y se dejaban 6 ranuras para introducir la corola de la cubierta, a estas cartelas se roblonaban los 6 perfiles "en T" que estructuran el hexágono de cubierta, que se subdivide en tímpanos triangulares para el apoyo de las placas de madera-cemento y la posterior impermeabilización.




Pero si el pabellón destacaba por su racional, simple, ingenioso y sincero sistema constructivo aún lo hacía más por su gran riqueza espacial interior, percibiéndose este como un bosque de luz de esbeltos árboles que permitían una gran diafanidad. Los diferentes niveles del suelo, debidos a los banqueos, se salvaban mediante escaleras de acero y madera y ayudaban a definir diferentes áreas, sin prescindir de la continuidad espacial de todo el pabellón.






El mobiliario interior se diseñó siguiendo la unidad formal del pabellón, las mesas y las vitrinas son también hexagonales, en acero, vidrio y madera. Las sillas y los taburetes también se realizaron en el mismo tubo cuadrado de acero como las mesas y vitrinas. Una red hexagonal suspendida 80 cm del techo cumplía una doble función: arriba se situaban ocultos a la vista, tubos fluorescentes que iluminaban el techo y proporcionaban la iluminación indirecta general (complementada con luminarias puntuales sobre piezas singulares) abajo tubos infrarrojos eléctricos aportaban calefacción durante las primeras horas del día, reduciendo además la humedad ambiental. Las vitrinas también estaban provistas de iluminación indirecta  por fluorescentes miniatura de 16 mm de diámetro, ocultos en su estructura tubular de acero. Las columnas y las cartelas de la corola estaban pintadas en gris oscuro (mobiliario y barandillas también), los perfiles de la triangulación de los tímpanos eran gris claro, los tímpanos se pintaron en blanco y la red hexagonal de iluminación en gris-negro; el suelo era ocre (color polvo).





En 1959 se desmontó y se trasladó a España, reconstruyéndose, con una diferente configuración adaptada a su nueva ubicación, en la Casa de Campo, en Madrid. Triste y lamentablemente no se ha conservado como es debido hasta nuestros días, encontrándose en un estado penoso.








6 comentarios:

Unknown dijo...

Jaume: me parece un Pabellón precioso.
Me ha interesado mucho la solución constructiva y el diseño interior con esa especie de "árboles" y la harmonía de los muebles.
La foto de los dos arquitectos refleja su genialidad. Ambos tienen unos ojos muy expresivos.
Gracias por tu explicación.

Ibáñez dijo...

Ciertamente era (lamentablemente hay que decirlo en pasado) un pabellón precioso.

Muchas gracias a ti por leer el artículo y dejar un comentario.

Un saludo

Anónimo dijo...

muy buena entrada y muy completa, pondré un link en http://elarteporlaarquitectura.wordpress.com/

aquí un pdf sobre la obra de José Corrales:
http://www.unav.es/arquitectura/documentos/publicaciones/pdfs/106.pdf

saludos! María José

Ibáñez dijo...

¡Muchísimas gracias!

Unknown dijo...

Hola! Me ha encantado la información aquí arriba publicada. Hago mi proyecto final de carrera sobre una posible rehabilitación del pabellón reconstruido en la casa de campo y no encuentro por ningún sitio la planimetría del pabellón en madrid. Sabes dónde podría encontrarla?
Te dejo mi correo por si hubiera suerte:
marta.cf1988@gmail.com

Muchas gracias!

Carlos - Cádiz dijo...

Enhorabuena. Muye interesante y ameno el documento. En el mismo año en Cádiz se construía el edificio de la Aduana Nueva, pastiche pretendidamente neoclásico, que una plataforma, entre la que se encuentra la Academia de Bellas Artes de Cádiz, consiguió en 2009 que no se demoliera. Este magnífico edificio de Corrales y Molezúm nos sirve para demostrar que ya en aquella época lo "clásico" estaba fuera de lugar. Saludos.