Mi amigo Guibuu me mandó esta foto hace unas semanas, es tremendamente clara y concisa: limpiar una fachada (y en general, realizar cada cierto tiempo, tareas de mantenimiento y conservación de la misma, o del edificio) es más que recomendable. Se puede ver perfectamente la diferencia entre el antes y el después. La fachada es de un edificio de viviendas en el Lower East Side, en Manhattan (NYC), la fotografía es del fotógrafo Trevor Little. Los edificios de grandes ciudades con mucho tráfico rodado, suelen acusar graves ensuciamientos de sus fachadas por la polución atmosférica (fundamentalmente partículas en suspensión en el aire debidas a los motores térmicos de los automóviles). Parece que en este edificio están limpiando la fachada con agua a presión.
De todos modos limpiar una fachada no es tan simple como pueda parecer a primera vista, ya que si el método de limpieza no es el adecuado se pueden dañar los materiales y elementos de ornamentación de la fachada (se puede producir una excesiva erosión del material, puede decolorarse, se pueden desprender pequeños elementos decorativos, etc.). Es por esto que se debe de estudiar detenidamente el tipo de material de la fachada y su estado de conservación, así como el tipo de suciedad que presenta, para elegir el método de limpieza óptimo.
Lo ideal sería que el sistema de limpieza no sea abrasivo (o lo mínimo posible), sea lo más superficial posible, no sea agresivo (es decir el pH del producto de limpieza empleado tiene que ser similar al del material a limpiar) y no disuelva la suciedad (sino que debe reblandecerla para que se desprenda, pero sin que se disuelva y penetre aún más en el material).
Con todo esto hay diferentes métodos de limpieza: el lavado con agua (nebulizada, a muy baja presión o baja presión), el chorro de agua a media, alta y muy alta presión, el fregado manual o mecánico con agua fría o caliente, el empleo de detergentes (con agua), el uso de disolventes químicos (con agua), la radiación luminosa y láser, el cepillado en seco (con cepillos de dureza diferente según la situación), el chorro de agua con microabrasivos o con arena, el chorro de arena en seco e incluso el esmerilado y tallado mecánicos.
Contratar a un técnico competente en el tema nos evitará disgustos.
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